25.09.2024
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La ergonomía es un factor clave en la salud y bienestar de los trabajadores. En los entornos laborales actuales, los riesgos ergonómicos son una de las principales causas de lesiones, afectando especialmente a aquellos que realizan tareas repetitivas, manipulan cargas o pasan muchas horas en posturas incómodas.
En este artículo, hablaremos sobre qué son los riesgos ergonómicos, los tipos más comunes, los factores que los agravan, así como también las estrategias para evaluarlos y prevenirlos.
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Sin más dilación, ¡empezamos!
Los riesgos ergonómicos son situaciones que pueden afectar la salud física de los trabajadores debido a una inadecuada adaptación entre el entorno laboral y las capacidades del trabajador. Cuando las herramientas, equipos o tareas no se ajustan adecuadamente al cuerpo humano, pueden provocar daños físicos. Estos riesgos son responsables de una amplia gama de trastornos que, si no se tratan a tiempo, pueden agravarse y afectar a la capacidad laboral a largo plazo.
El propósito de la ergonomía es diseñar los lugares de trabajo de manera que minimicen estos riesgos y se adapten de forma óptima a las características físicas del trabajador. Cuando esto no se cumple, pueden originarse accidentes que afectan el sistema musculoesquelético, el sistema nervioso y, en algunos casos, el bienestar psicológico.
Dentro de los entornos laborales, se pueden identificar varios tipos de riesgos ergonómicos que afectan de diversas formas a los trabajadores:
Los trastornos musculoesqueléticos (TME) son la principal consecuencia de los riesgos ergonómicos. Este tipo de dolencias afectan los músculos, articulaciones, tendones y otros tejidos blandos del cuerpo. Los TME pueden ser causados por posturas incorrectas, esfuerzos repetitivos o la manipulación inadecuada de cargas pesadas. Entre las afecciones más comunes están:
Es importante mencionar que estos trastornos suelen desarrollarse e ir a más con el paso del tiempo, por lo que detectarlos y prevenirlos es clave para evitar que se agraven.
Las posturas forzadas son aquellas en las que el trabajador se ve obligado a mantener posiciones incómodas o antinaturales durante un largo período de tiempo. Esto puede ocurrir cuando un puesto de trabajo no está diseñado ergonómicamente, obligando a los trabajadores a doblar la espalda, girar el cuello o estirar las extremidades de forma excesiva. Algunas de las consecuencias más comunes son:
Trabajos que implican largas horas frente a una pantalla de ordenador, montaje de piezas o trabajo en cadenas de producción son particularmente propensos a este tipo de riesgo.
Los movimientos repetitivos se refieren a la realización continua de los mismos gestos o acciones, lo que provoca fatiga muscular y deterioro de los tejidos. Este tipo de riesgo es muy común en trabajos de oficina, en la industria manufacturera o en el comercio. Las consecuencias más comunes son:
La clave para reducir estas consecuencias es variar las tareas siempre que sea posible, y ofrecer descansos regulares para permitir la recuperación muscular.
El manejo de objetos pesados o voluminosos puede generar lesiones graves en la espalda, hombros y extremidades. Los riesgos por manipulación de cargas son comunes en sectores como la construcción, el sector del metal, las telecomunicaciones, la logística o el comercio. Los trabajadores pueden sufrir esguinces, hernias o incluso fracturas si no se toman las medidas preventivas adecuadas, como:
El uso de equipos no diseñados adecuadamente o su uso incorrecto también puede generar riesgos ergonómicos. Herramientas que no se adaptan a la mano del trabajador, maquinaria que obliga a posturas forzadas o estaciones de trabajo mal ajustadas son solo algunos ejemplos de cómo los equipos pueden ser una fuente de riesgo.
Los factores físico-mecánicos incluyen aquellos que están relacionados con la postura, la fuerza aplicada y la duración de la tarea. Entre ellos destacan:
Estos factores aumentan la probabilidad de que el trabajador desarrolle algún tipo de lesión y es en buena parte responsabilidad del empleador que no lleguen a materializarse.
Además de los aspectos físicos, los factores psicosociales también juegan un papel importante. El estrés, la presión laboral, la falta de control sobre las tareas y la mala comunicación en el entorno de trabajo pueden agravar los problemas ergonómicos. Un ambiente laboral inadecuado puede hacer que los trabajadores adopten posturas incorrectas o sufran fatiga mental, lo que influye en su rendimiento y bienestar.
La evaluación de los riesgos ergonómicos debe realizarse cuando se implementan nuevos procesos, se introducen nuevos equipos o se observan señales de problemas de salud entre los empleados, como por ejemplo denotar un aumento de bajas por trastornos musculoesqueléticos.
Existen diferentes métodos de evaluación que permiten identificar y medir los riesgos. Algunos de los más utilizados son:
La clasificación de los riesgos se basa en la gravedad de las condiciones ergonómicas y su frecuencia de aparición. Aquellos puestos con mayor exposición a riesgos deben priorizarse para realizar modificaciones.
Los delegados de prevención y los comités de seguridad y salud tienen un papel fundamental en la evaluación continua de los riesgos ergonómicos y en la implementación de medidas correctivas. Su rol incluye la vigilancia de la salud laboral y la comunicación con los trabajadores para detectar problemas en etapas tempranas.
Diversos países cuentan con regulaciones específicas para mitigar los riesgos ergonómicos en el trabajo. En la Unión Europea, las directivas sobre seguridad y salud en el trabajo establecen pautas para minimizar estos riesgos.
En España, el Real Decreto 488/1997 regula el uso de pantallas de visualización, mientras que el Real Decreto 1215/1997 aborda la seguridad y salud en la utilización de equipos de trabajo. Estas normativas son fundamentales para la creación de entornos laborales más seguros.
Las empresas tienen la obligación legal de identificar, evaluar y minimizar los riesgos ergonómicos. El incumplimiento de estas normativas no solo pone en riesgo la salud de los trabajadores, sino que también puede derivar en sanciones económicas y legales para la empresa.
Para evitar los riesgos ergonómicos, además de aplicar los 9 principios de la acción preventiva, las empresas deben implementar estrategias que incluyan:
Los programas de prevención incluyen la evaluación continua y la implementación de mejoras, como la compra de mobiliario ergonómico o la reorganización de las tareas para minimizar la exposición a factores de riesgo. Además, el mantenimiento eléctrico incluye tareas que pueden generar riesgos ergonómicos si no se planifican adecuadamente.
La formación y concienciación de los trabajadores es fundamental. Las capacitaciones sobre buenas prácticas ergonómicas, como el levantamiento correcto de cargas o la organización adecuada del espacio de trabajo, pueden reducir de forma significativa los riesgos y mejorar la salud a largo plazo.
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