04.08.2025
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El uso de fajas lumbares para el trabajo es un tema que genera debate entre profesionales de la salud laboral y trabajadores del sector. Mientras algunos defienden su utilidad para prevenir lesiones o aliviar molestias, otros advierten sobre los riesgos del uso prolongado sin supervisión.
En este artículo analizaremos: qué son, para qué sirven, cuándo es recomendable usarlas, qué tipos existen, cómo elegir la adecuada, sus desventajas, consejos de uso y la importancia de la prevención en el trabajo.
La faja lumbar es un dispositivo de compresión que se ajusta alrededor de la zona baja de la espalda para ofrecer soporte a la región lumbar, estabilizando la columna y limitando movimientos que podrían causar o agravar lesiones. Además, las fajas para las lumbares ayudan a aliviar dolencias crónicas como la lumbalgia y mejoran la postura durante trabajos físicos.
Su función principal es brindar una sensación de estabilidad que permite a los trabajadores realizar tareas físicas con mayor seguridad.
Aunque a menudo se usan como sinónimos, existen diferencias claras:
Estas últimas están más pensadas como parte de un equipo de protección personal (EPI), mientras que las ortopédicas forman parte de un tratamiento o rehabilitación médica.
Al utilizar fajas para levantar peso, se reduce la sobrecarga en la zona lumbar durante esfuerzos físicos, disminuyendo el riesgo de contracturas y lesiones discales. Esto resulta especialmente útil en trabajos repetitivos o que requieren agacharse o girar el tronco de manera constante.
Una faja correctora de postura fomenta una posición erguida, evitando curvaturas excesivas y vicios posturales, especialmente si pasas muchas horas de pie. También puede reducir la fatiga muscular al disminuir la carga sobre la musculatura lumbar.
Trabajos en logística, construcción o agricultura incluyen movimientos repetitivos. Las fajas de trabajo proporcionan soporte adicional, minimizando fatiga muscular y previniendo lesiones por esfuerzo acumulado. En este sentido, se convierten en un aliado más dentro de la estrategia de ergonomía del puesto de trabajo.
Además, el uso de fajas puede tener un componente psicológico: algunos trabajadores sienten mayor seguridad al utilizarlas, lo que puede aumentar la confianza y concentración al realizar tareas exigentes.
El uso está recomendado en tareas con altos riesgos ergonómicos comunes en el entorno laboral, como:
En todos estos casos, el uso de una faja debe considerarse como complemento de una formación adecuada en manipulación manual de cargas, pausas activas y rediseño ergonómico del puesto.
Antes de adquirir una faja térmica lumbar o de soporte, consulta con un médico o fisioterapeuta. Ellos evaluarán si necesitas una faja por patologías existentes (hernia, lumbalgia crónica) o si otras soluciones ergonómicas (mejoras posturales o rediseño del puesto) serían más adecuadas.
No todas las molestias lumbares requieren una faja: en muchos casos, el fortalecimiento de la musculatura es la mejor solución a medio y largo plazo.
Son las más comunes para uso ocasional. Fabricadas en neopreno o tejidos elásticos, ajustables con velcro. Son útiles para tareas ligeras o personas que comienzan a tener molestias leves.
Ideales para patologías como hernias discales o lumbalgias crónicas. Incorporan refuerzos rígidos y suelen usarse bajo prescripción. Ofrecen una sujeción más potente y controlada.
Con tejidos termosensibles que retienen calor, como neopreno con forro interior o lana. Ayudan a relajar la musculatura y mejorar la circulación en la zona lumbar. Son apropiadas para tareas que requieren movilidad moderada y en entornos fríos.
Diseñadas para tareas exigentes. Combinan materiales rígidos con sistemas de ajuste doble (velcro + correas) para máxima sujeción. Son especialmente útiles en construcción, mudanzas y almacenes.
Modelos anatómicamente adaptados a la fisionomía femenina o masculina. Elegir una faja lumbar para mujer o para hombre mejora el ajuste, eficacia y comodidad. Un mal ajuste puede disminuir su eficacia y provocar molestias adicionales.
La talla es fundamental. Una faja demasiado apretada comprime en exceso y una floja pierde efectividad. Busca un sistema de cierre que permita ajuste firme sin limitar la respiración ni el movimiento. También es clave que la sujeción sea fácil de ajustar durante la jornada.
Elige tejidos transpirables, resistentes y fáciles de limpiar. La durabilidad es esencial si se va a usar a diario. Los materiales deben ser hipoalergénicos y mantener sus propiedades de elasticidad y compresión con el tiempo.
Opta por fabricantes especializados en ortopedia o EPI (equipos de protección individual). Comparar modelos y leer reseñas ayuda a encontrar una faja lumbar ortopédica con buena relación calidad-precio. Algunas marcas ofrecen certificación de calidad o aprobación médica, lo que es un valor añadido.
Si se usan sin supervisión ni control, las fajas pueden provocar atrofia muscular en la zona lumbar, ya que los músculos no se activan adecuadamente. Por ello, su uso debe ir siempre acompañado de ejercicios de fortalecimiento del core.
El uso de una faja puede inducir confianza excesiva, llevando a adoptar técnicas de protección inadecuadas. No sustituye una buena técnica de levantamiento ni elimina la necesidad de pausas activas o rediseño ergonómico.
En casos de problemas circulatorios, alergias a materiales o patologías específicas, su uso puede estar contraindicado. Consulta médica previa es esencial para evitar efectos adversos.
No se aconseja llevarla toda la jornada a menos que un profesional lo recomiende. Utilízala solo durante tareas específicas de esfuerzo o riesgo lumbar. El resto del tiempo, es mejor dejar que la musculatura trabaje naturalmente.
Asegúrate de que cubra la zona baja de la espalda y esté firme pero cómoda. Sin comprimir órganos internos ni deslizarse con el movimiento. Un buen ajuste evita rozaduras, presión excesiva o inutilidad del dispositivo.
Lavarla regularmente según las recomendaciones del fabricante (agua fría, sin lejía), dejarla secar al aire y revisarla periódicamente por desgaste o deterioro. Una faja en mal estado puede perder su eficacia e incluso causar molestias o lesiones.
Sí, pero solo con la recomendación de un fisioterapeuta o médico, ya que cada caso puede requerir un tipo específico de soporte.
Algunas fajas diseñadas para fitness permiten su uso en entrenamientos con peso, siempre bajo supervisión y adaptadas a la actividad.
No se recomienda. El uso nocturno puede alterar la postura natural y dificultar la circulación.
Sí. Existen investigaciones que reconocen su utilidad en contextos específicos, como trabajos manuales pesados o fases de recuperación. No obstante, advierten sobre su uso indiscriminado y la importancia del asesoramiento profesional.
Las fajas lumbares para el trabajo pueden ser una herramienta eficaz para prevenir lesiones, mejorar la postura y proporcionar soporte en tareas físicas exigentes. No obstante, su eficacia depende de un uso adecuado: elegir el tipo correcto (ortopédica, térmica, reforzada), ajustar bien la talla y los tiempos de uso, y complementar con ejercicio y ergonomía. Consulta siempre con un profesional para garantizar que su uso no suponga riesgos a largo plazo.
Además, en Formación Prevención mantenemos que en un plan integral de prevención de riesgos laborales, las fajas deben considerarse un complemento, no una solución única. La formación, la ergonomía, la evaluación del puesto y el estado físico del trabajador son factores igual de importantes.
Una faja bien utilizada puede marcar la diferencia entre una jornada segura y una lesión incapacitante. Invertir en la protección adecuada es cuidar la salud presente y futura del trabajador. Si después de leer este artículo te ha surgido alguna cuestión, no dudes en ponerte en contacto con nosotros.
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